La vorágine: 100 años de la publicación del gran clásico Colombiano

La vorágine fue publicada por Jose Eustasio Rivera en 1924, en ella denuncia los abusos hacia los indigenas del sur de Colombia cometidos durante la fiebre del caucho, periodo comprendido entre 1879-1912 que se dio en los países con territorios amazonicos y que permitio el desarrollo socioeconomico de esta región a través de la extracción y comercialización del caucho.

La vorágine nos muestra una parte de Colombia, que lamentablemente aún hoy sigue en el desconocimiento de muchos de nosotros y en el abandono del estado, lo hace a través de la historia de Arturo Cova y Alicia, dos amantes que huyen a los Llanos Orientales para buscar nuevas oportunidades y se ven arrastrados hacia la selva por uno de los caucheros más perversos, un bandolero llamado Barrera.

A medida que avanzamos en la lectura de la novela nos vamos dando cuenta de la grandeza y desconocimiento que tenemos de nuestro gran país, debido que incluso en la actualidad para muchos Colombianos estas zonas permanecen en el desconocimiento y tristemente la falta de soberania en estos lugares y la violencia que ha azotado a nuestro país hacen que estas zonas tan maravillosas sean para nosotros un misterio.

Para mi el tema principal de La voragine, es el abandono, la deseperanza, la desesperación que se siente a trevés de sus páginas, la desesperación que aún hoy se vive en muchas zonas de Colombia, no solo en la selva, en las que las condiciones en que viven las personas, son apenas dignas y la falta de oportunidades y violencia, las obliga a huir de su tierra para buscar un mejor futuro.

La vorágine es esa otra cara de nuestro país que ignoramos y que Rivera nos pinta de una forma magistral con valentia y determinación decidio escribir sobre lo que vió y vivió, por que se dio cuenta que el silencio y la indiferencia lo hacian complice de la barbarie, 100 años después, Rivera nos invita a reconocer nuestro país como una mezcla fascinante de culturas y territorios, de gente maravillosa que merece como bien lo dice García Marquéz una nueva utopía de vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir y donde las estirpes condenadas a 100 años de soledad, tengan por fin y para simpre una segunda oportunidad sobre la tierra.

Leer la vorágine es comprender una parte de nuestra identidad que permanece oculta, es rescatar de las brumas de la selva, una parte importante de la historia de nuestra cultura, es entender que Colombia va mucho más allá de los Andes y que como el arbol del caucho, sus raices se anclan en lo profundo de esta tierra mágica y profunda que nos ha dado tanto pero también nos ha quitado tanto con sus contradicciones y contrastes.