Los ojos del perro siberiano: ¿Qué podemos aprender de los animales?
"Hasta que no hayas amado a un animal, parte de tu alma estará dormida" Anatole France.
Esta frase nos resume lo que significa amar un animal, significa descubrir la pureza, la ternura, la sencillez de nuestras almas.
Hoy quería hablar sobre este hermoso libro que leí cuando estaba más pequeña y releí en estos días, aunque es un libro muy cortito en realidad nos mueve profundamente, nos enseña una nueva perspectiva del amor, del amor sin prejuicios, ni condiciones, a manera de resumen, el libro trata sobre dos hermanos, que se acercan justo en el momento en el que el mayor de ellos está muriendo de SIDA, lo más hermoso del libro es como todos hacen a un lado a Ezequiel, excepto su perrita, el mismo lo expresa de la siguiente manera:
"Uno de los motivos por los que quiero tanto este perro es por sus ojos. Desde que estoy enfermo la gente me mira de distintas maneras...los únicos ojos que me miran igual, en los únicos ojos que me veo como soy, no importa si estoy sano o enfermo, es en los ojos de mi perro" y para mi aunque el libro esta cargado de enseñanzas, esta es la más hermosa. Los animales no tienen prejuicios, no nos juzgan, nos ven como realmente somos, dan todo lo tienen para nosotros, nos dan su alegría, su compañía, tan oportuna y silenciosa, parecen tener el maravilloso poder de saber como nos sentimos, de saber cuando los necesitamos, de estar ahí y de escucharnos.
Que bonito sería que nosotros pudiéramos aprender de ellos a querer sin juzgar, alegrarnos por los pequeños detalles, a buscar cariño y compañía. Ellos no saben de maldad, no esperan nada a cambio, nos dan espacio y buscan su espacio, nos consuelan y no se dejan llevar por las apariencias o por las etiquetas que los seres humanos estamos tan obsesionados en poner a todo, en categorizar lo normal y lo anormal y no en simplemente como ellos que aprecian la naturaleza como es, que toman de ella lo que necesitan, pero no pretenden transformarla o dominarla y aunque amar así puede ser difícil, tiene grandes recompensas porque cuando el hermano de Ezequiel dejo de lado los prejuicios que vienen con esta enfermedad, descubrió una increíble persona que marco su vida para siempre y que le enseño que: "La vida no es más que eso: asomar la cabeza, para ver que hay afuera, aunque haya tormenta".
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