La Tejedora de Coronas: El valor de una mujer adelantada a su tiempo

La tejedora de coronas de Germán Espinosa es tal vez una de las novelas que más a marcado mi vida, este libro que fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1992 y considerado uno de las obras más importantes de la literatura Colombiana, es sin duda una de las novelas más bonitas y originales que he tenido el gusto de leer y también una de las novelas de las que más he aprendido, no sólo de sus personajes, sino del autor un hombre que en la misma evidencia un basto conocimiento de la historia y una especial atracción por el maravilloso siglo de las luces.

La Tejedora de coronas se desarrolla en la Cartagena colonial y tiene como protagonista a Genoveva Alcocer, quien después de perder a su amado, Federico Goltar, durante un asalto a la ciudad, decide emprender un viaje por París, Roma y EEUU, para estar más cerca de su amado, un hombre de ciencia y para dar a conocer los descubrimientos del mismo, sin embargo Genoveva se abre paso con su inteligencia y astucia en está sociedad de hombres y llega a tomar un papel importante en el nacimiento del movimiento conocido como la ilustración, influyendo en personalidades como Voltaire y el mismo papa.

Es impresionante ver como esta mujer parece capaz de superar todas las vejaciones e injusticias que se cometen contra ella y como crece cada vez y encuentra en la ciencia y el conocimiento el instrumento perfecto para abrirse paso en el mundo y para encontrarse a sí misma. Lamentablemente y como no puede ser de otra manera en estos tiempos, es tachada de bruja, por querer adquirir saberes que no le pertenecen y por no asumir el rol que la sociedad espera de ella, el de madre y esposa.

Leer esta historia además de ayudarme a comprender mucho de está época en la que los hombres comenzaron apreciar el conocimiento y la ciencia, me hizo valorar profundamente mi papel en la sociedad actual, por supuesto soy consiente de que falta mucho por hacer para que un día las mujeres y hombres seamos tratados por igual, pero el hecho de saber que el conocimiento hizo libre a Genoveva y que hoy me hace libre a mi, libre de escoger mi vida, de elegir lo que quiero para mi, libre de exigir mis derechos y libre de acceder a la información que deseo, así como de ser tratada con justicia es supremamente reconfortante y me impulsa a luchar por que el día de mañana, estás injusticias sean sólo cosas del pasado, porque el caso de Genoveva aunque ficticio, es representativo de lo que vivieron muchas mujeres de su época y esto sin duda me hace valorar más la ciencia, la ciencia honesta por supuesto, en la que podemos comprobar que todos somos iguales y que nadie es superior o mejor que nadie, que las mujeres también podemos contribuir al desarrollo de un mundo mejor y que nuestro rol no se reduce al de ser esposas y madres, si no que mucho, muchísimo más allá de eso.