La sangre de los inocentes: La desvalorización de la vida frente al poder
Después de leer Dime quien soy, he decidido que quiero leer la mayor cantidad de libros posible de Julia Navarro, ella ha abierto para mí un universo diferente y poco conocido: la historia de Europa. Hoy quiero hablar sobre uno de sus primeros libros: la sangre de los inocentes.
La sangre de los inocentes es una apasionante lección de la historia de Europa, pero también un tratado sobre la violencia, la venganza y la intolerancia religiosa y es que eso es de lo que habla esta novela, de manera magistral nos va llevando por un viaje a través de los siglos, dónde asistimos al egoísmo y la maldad humanas, donde impotentes vemos como en nombre de Dios se cometen las peores barbaridades, tal vez este es uno de los puntos que más fuerte han calado en mí respecto al libro, ¿cómo el ser humano es capaz de justificar la violencia a partir de Dios?, de un ser que para lo cristianos es amor, para los musulmanes es misericordioso y para los judíos es libertador, que al final es el mismo aunque le pongamos muchos nombres, pero en el afán y la naturaleza del hombre, lamentablemente no esta aceptar la diferencia, en la naturaleza del hombre por el contrario esta el ser poseedor de la verdad absoluta y en consecuencia del poder que esta implica.
Sin embargo hay algo que no es tan explicito en el relato de Julia: a los poderosos del mundo, poco les importa la verdad, su verdad cambia de acuerdo a sus intereses y se han dado cuenta que manipular y jugar con ella es lo que les puede llevar a controlar a las demás personas a su antojo, por poner un ejemplo, con nuestra preocupante situación actual, a Vladimir Putín, poco le importa recuperar la gloria de la vieja Rusia, este es el argumento que utiliza con los Rusos para justificar sus acciones, lo que le importa en realidad a el y a sus aliados, es seguir controlando al gobierno ucraniano, seguir teniendo poder económico en esta región, no le importa si para ello tienen que morir miles de personas, es lo mismo que ocurre en el libro de Julia, a el rey de Francia y al Papa poco les podría importar en que creían los occitanos, cuando los llamo herejes y los mando a quemar en la guerra, lo que el rey y el Papa querían eran sus territorios, Hitler necesitaba un chivo expiatorio al que culpar de las desgracias de Alemania y también dinero para financiar la guerra y más actualmente la guerra por el oro negro se ha vuelto una guerra entre oriente y occidente, entre las diferencias que jamás hemos podido tolerar y aceptar, pero que los despiadados se apresuran aprovechar para derramar sangre por conservarse y perpetuarse en el poder.
Leer este libro no ha sido fácil, he reflexionado sobre muchas cosas, lo triste es que lo que nos condena en realidad puede hacernos libres, que diferente seria el mundo, si lo más importante fueran los demás, que diferente sería si no importa como rezamos o si a Dios le llamamos Alá, Jehová o יהוה, si ponemos la vida sobre todas las cosas, si sacamos lo mejor de nosotros mismos, si como Ovidio, un personaje del libro entendiéramos que
o cómo Laila que reclama por él fanatismo así: "No entiendo porque no podemos vivir juntos musulmanes y cristianos. No entiendo porque los seres humanos nos empeñamos en crear en la diferencia un abismo infranqueable, No lo entiendo porque no creo que Alá sea diferente al Dios cristiano o al Dios judío..." ..."Los seres humanos desde el principio de los tiempo hemos intuido a Dios y le hemos interpretado a nuestra manera, incluso le hemos manipulado en función de nuestros intereses terrenales...interpretamos a Dios según nuestra cultura, el medio en el que hemos nacido en el que nos hemos desenvuelto, pero Dios es el mismo y desde luego lo que es una monstruosidad es matar en nombre de Dios."
Que diferente sería el mundo si en lugar de recriminarnos nuestras diferencias las potenciaremos para hacer de este un mundo mejor, así seguro que los intereses políticos y económicos de unos pocos pasarían a un segundo plano, que diferente sería el mundo por ejemplo si, los cristianos en verdad aplicáramos aquello que profesamos de que Dios es amor, seguro que no veríamos con indiferencia al hermano que sufre o que los musulmanes fueran tan misericordiosos con sus enemigos como lo es Alá al que ellos llaman entre muchos otros nombres el clemente y misericordioso o si los judíos, utilizaran su sabiduría y resiliencia para hacer de este un mundo más justo y más equitativo, para que de está forma no se derrame ni una gota de sangre inocente más; sin sentido y para el beneficio de unos pocos.
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